viernes, 22 de agosto de 2014

El soñador.



Estrellas van y vienen
Sueños van y vienen
Amores van y vienen
Personas van y vienen

En estas vueltas de vida donde el camino es tan largo, tan largo el camino es que como cuesta andarlo, son miles las sendas viejas que recorrimos trotando y yo creo que de trotar nos hemos cansado tanto, hasta aquí llegó el orgullo hasta aquí llegó el mastranto que bañaba con su aroma nuestros sueños, nuestros labios.

De tantas vueltas que dimos perdimos las ganas de hablar, tantas cosas que no dijimos nos obligan a llorar, pues cuando un sentimiento se calla aturde el alma del portador llenando de cristales húmedos la cuenca de un soñador, tu vida se fue apagando, sin brillo ni música quedó, válgame Dios pues la mía como la tuya acabó, entre versos y emociones compuse ayer una canción, digna de un dulce amargo para aliviar al soñador.

Perdón por todo lo malo, no quería dañarte, esa no era mi intención, fueron nuestras palabras cuando dijimos adiós, mil rosas han adornado tu rostro, tus labios, tu cabello y tu ser, mil rayos han destruido lo que por dentro formé, perdido entre las tinieblas yo mis sueños olvidé, Dios cuide al soñador, nadie sabe a dónde fue.

Con atención a la muerte los sueños huyeron de él, con atención al detalle la muerte lo miró bien, le quiso dar un abrazo una y otra y otra vez, no lo alcanzó nunca, ni siquiera ella, pues con su mano todo lo alcanza y aún así no pudo a él, retenerlo ni un segundo, perdido continuó pues.

El soñador se ha perdido, ni el amor lo pudo hallar, ya sus sueños no se ven, ni se pueden imaginar, de su amor se despidió, su amor de él también, y aún así continuarán vagando en la eterna oscuridad, hasta que la cuenca del soñador, la luz logre divisar.


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